En esta entrada vamos a analizar las tres posibilidades con las que contamos a la hora de hacer testamento, en su forma común, pero antes es conveniente recordar algunos elementos básicos que configuran los requisitos de este instrumento.
¿Qué es un testamento?
Al hablar del testamento, debemos entender éste como un acto de manifestación de nuestra voluntad relativa al destino que queremos darle a nuestros bienes, una vez se produzca nuestro fallecimiento. Éste constituye el contenido típico del mismo, ya que también podrá contener disposiciones o cláusulas -atípicas- que nada tengan que ver con nuestros bienes, y que vengan por ejemplo referidas al reconocimiento de un hijo no matrimonial o a la desheredación de un legitimario.
En todo caso no podemos olvidar que, el testamento es un acto que se perfecciona desde el momento en el cual lo otorgamos; es además un acto individual y personalísimo, que implica la imposibilidad absoluta de que en un mismo testamento, testen más de una persona aunque éstas quisieran hacerlo de forma recíproca, así como que tampoco podamos conferir facultades a un tercero para que teste en nuestro nombre; es un acto enteramente libre, siendo nulo el testamento en el que hubiera incurrido violencia, dolo o coacción empleada por un tercero con el fin de obligarnos a testar en un sentido u otro; y finalmente, es un acto solemne, dado que está en todo caso sometido al cumplimiento de determinados requisitos formales por los cuales se pretende asegurar su validez.
Tipos de testamentos
Como indicamos al principio, nos referiremos ahora al análisis de los testamentos comunes -abierto, cerrado y ológrafo-.
Testamento ológrafo
Mediante esta forma, nuestro código civil nos autoriza para testar de forma privada, redactando nosotros de nuestro puño y letra el testamento. Por tanto, no será válido en caso de estar escrito por otra persona o empleando cualquier medio mecánico.
Esta forma de testar requiere un posterior control notarial, mediante el que se deberá acreditar la identidad del testador así como la veracidad del instrumento: solo en ese caso, podrá ser protocolizado y derivarse del mismo los efectos propios de la sucesión. Parece que las ventajas propias de éste son claras, puesto que en un principio no es necesario acudir a un notario para su otorgamiento, sin embargo, constituye una forma arriesgada, al poder ser objeto de sustracción u ocultación por parte de aquellos que tuvieran conocimiento de su existencia, interfiriendo así en la ordenación de la sucesión y la voluntad del testador.
Testamento abierto
Es el más común, ya que mediante éste, acudimos al notario y en ese acto le ponemos en conocimiento de que nuestra intención es testar; al mismo acto podremos acudir con una minuta escrita en la que expliquemos cómo queremos que el notario elabore nuestro testamento.
Una vez autorizado por el notario tras comprobar éste si el testador tiene capacidad para testar, puede quedar en custodia del propio notario, de otro, o de una tercera persona; del mismo modo, podemos retirarlo y custodiarlo nosotros.
Testamento cerrado
Mediante éste, acudiremos al notario con el testamento ya redactado por nosotros, de puño y letra o bien mediante cualquier medio mecánico, debiendo manifestarle al notario la forma en la que lo hemos elaborado.
Una vez comprobada la capacidad e identidad del testador, el notario autorizará el mismo cerrando el testamento en caso de que aún no lo hubiéramos cerrado, o estampando un sello sobre el mismo, de forma que no se pueda abrir salvo que se rompa el sello, si ya lo hubiéramos cerrado.
En relación a éste, el código civil impone expresa obligación de entregar el testamento por parte de quien tuviera conocimiento del mismo o estuviera custodiándolo, una vez fallezca el testador; así como impone sanciones de carácter sucesorio a aquellas personas que destruyeran, ocultaran, o sustrajeran el testamento cerrado del lugar donde estuviera con el fin de alterar el orden sucesorio y la voluntad del testador.
Es importante tener presente que los abogados, pueden ayudarte de forma eficiente en la configuración de tu régimen sucesorio, elaborando la minuta o el propio testamento cerrado, una vez estudiada y entendida la manifestación de voluntad que hiciera el cliente.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.